martes, 26 de mayo de 2009

Tomate urbano

Mmmmmmmm. Ya es primavera. Sol. Luz. Aire cargado de olorcito a flores, a bosque, a la nueva vida que empieza. Como un osezno que se despereza y sale de la guarida en la que ha dormido tantos meses. La verdad es que dar un paseo por cualquier sitio y ver cómo la naturaleza nace con fuerza tras el invierno da gusto. Ya el año pasado quise llevarme un pedacito de naturaleza a mi casa, en forma de plantón de tomate. Un amigo me dio uno, y me lo llevé al balcón de mi casa (snif, no tengo otro sitio disponible) a plantarlo en un tiesto normalito. La planta agarró sin problemas y empezó a crecer, con un olorcito a hoja de tomate auténtico que era una maravilla. Pero mi inexperiencia hizo que la planta, debido a que el tomate exige mucha tierra para enraizar, se secó y la cosa se quedó ahí. Así que este año decidí que un nuevo par de plantones colonizase mi balcón, y que la primavera me dijese que de nuevo venía a visitarme.Me compré un buen macetero, sí señor, y un tío mío que aún conserva en el pueblo un huerto de los de verdad, abonado con estiércol de año y con ceniza de la cocina económica, me dio un buen saco de tierra, negra y suelta, como debe ser. Con sus correspondientes lombrices y hormigas, por supuesto, que acostumbran a morar esas latitudes.Y como hasta el 15 de mayo por aquí no conviene plantar ningún tomate, por el riesgo de heladas, pues me apañé un puñado de semillas de perejil y orégano que planté con no poco cuidado y sí mucho cariño, pues aunque el sobre ponía que había como para unas 250 plantas de cada una, yo vi más bien pocas semillas, que además eran diminutas. Me agencié una regadera como mandan los cánones, para repartir de forma cariñosa el agua, y empecé a regar día sí, día no, como viese yo más o menos que la cosa lo pedía. Y mira tú por dónde que por algo se le llama madre Tierra, a las dos semanas de plantar unos brotes minúsculos empezaron a asomar, con un fuerte color verde contrastando con el negro de la tierra (ojo, no confundir esto último con el sr. Obama vestido de marine), haciendo posible la magia inexplicable de cómo un granito de poco más que la cabeza de un alfiler, con un poco de agua, tierra y sol haga posible de nuevo el milagro de la vida.
A la par que las horas de sol van en aumento, la fuerza con que los brotes se desenroscan parece aumentar por momentos. No veo el día en que un frondoso bosque de perejiles y oréganos inunden mi balcón, haciéndolo un lugar un poco más agradable.... Creo que fue Confucio el que dijo que si una persona quería buscar una tarea que le diese una gran recompensa, se dedicase a la jardinería.
Pues hoy ya es 26 de mayo, y como esto de arriba lo escribí hace cosa de un mes, hoy os voy a adjuntar la foto de los plantones hace 15 días, recién puestos en el macetero, y mirad lo que hay por aquí:





Ya se ven los dos plantones y el perejil pugnando por salir. Y esta otra foto es de hoy mismo a la tarde-noche, de ahí la calidad de la foto:



La diferencia es palpable no sólo por la foto, sino por cómo ha crecido todo. Yo calculo que para eso de julio o agosto algún tomate caerá.

Además, estoy cultivando algo de orégano en una cesta reconvertida para este fin:



Bueno, pues ya veis que con un poco de espacio y un poquito de tiempo, se puede hacer algo tan natural como cultivarse uno mismo lo que va a comer, aunque sea en tan poca cantidad. Sobre los resultados finales, en verano comentaré algo.

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