El otro día me regalaron una botella de vino casero, y hoy la he abierto para darle un buen lance: vino como el de antaño: con mucho cuerpo, rascando la garganta y sabor dulce, recordando a la sangría o a fruta madura.
Era auténtico vino de Cariñena, como el de los jornaleros de la posguerra.
Casi me echo una jota enmedio de la cocina, rediela.
Yyyyyy, por só-ñár loimposiíblé, só-o-o-ñé
que la nieve ardíaaaaáaaá aaaaa aáaaaaa aaaaaaaaaaaa.
lunes, 10 de mayo de 2010
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