Que levante la mano el que sepa qué es un Código QR. ¡Uy, qué pocos!
¿Y un código de barras? Ah, bueno, eso sí.
Bueno, pues un código QR no es más que una versión bidimensional del unidimensional código de barras de toda la vida. Su tamaño puede ser de tan solo 2x2 cm.
Y las dos dimensiones permiten que quepa mucha más información. ¿Cuánta? Pues en texto, hasta 4296 caracteres. Ya da para contar algo, ¿no?
¿Y cómo se lee?
Pues con un lector de códigos bidimensionales, que dada la proliferación de móviles con cámara que existe en este momento consiste básicamente en un programita que interpreta al instante la imagen de la cámara del móvil y muestra su contenido.
Yo uso el de i-nigma que os podéis descargar y usar gratuitamente visitando desde vuestro móvil http://www.i-nigma.mobi/
Este tipo de códigos se ha hecho especialmente popular en Japón, y ya hay empresas que los crean con aspectos artísticos o motivos llamativos embebidos en el código.
¿Qué se os ocurre poner en un código QR? Lo que queráis.
Por ejemplo, la dirección de una página web.
O la dirección del concesionario de coches de una determinada marca.
O datos de contacto.
O...
Si por ejemplo ponemos un cógido QR en una escultura, nos podría dar información del autor, fecha, materiales y demás detalles de interés.
Si lo ponemos en el escaparate de una tienda o restaurante nos puede llevar a su página web o a la de una guía en la que se recomienda el establecimiento.
Si lo ponemos en una tarjeta de visita con todos nuestros datos, el receptor la puede incorporar a sus contactos mucho más fácilmente y sin errores.
Si lo imprimimos en una camiseta puede tener nuestro número de móvil o página de Facebook y una frase ingeniosa para llamar la atención de esa chica que te mira desde el otro lado de la barra del bar.
Si lo ponemos en un periódico junto con nuestro anuncio con un enlace que apunte a nuestro servidor, podemos hacer un seguimiento directo del impacto de nuestra campaña.
Si lo ponemos en la marquesina de una parada de autobús nos pude decir dónde estamos, la línea de autobús que pasa por ahí y sus horarios. Yendo un poco más allá, podría tener un enlace que nos llevase a una página que nos indicase la hora estimada de paso del siguiente autobús.
Bueno, pues en Pamplona, ciudad moderna donde las haya (ejem), he visto uno de estos códigos precisamente en una marquesina.
Así que he cogido mi lector de códigos QR, bidi y otros tipos varios que pugnan por convertirse en el estándar de facto, y me ha dicho:
c/ Juan de Tarazona, 299
11 Ezkaba - Edificio El Sario
(Extension Parque Comercial Galaria)
No está mal para empezar, creo yo. Pero espero que no se quede ahí el tema y que dentro de un tiempo los actualicen con enlaces para saber el tiempo de espera hasta el próximo autobús.
Yo os dejo aquí un código de ejemplo, para que podáis llevar siempre a mano un acceso directo a esta entrada.
Y para terminar, una última idea. Olvidaos de los sosos tatuajes tribales, el Amor de Madre, o el nombre de esa que quizás un día deje de despertarse a tu lado. Estamos en el siglo XXI, y lo suyo es llevar algo más acorde con los tiempos que corren:
¿Y un código de barras? Ah, bueno, eso sí.
Bueno, pues un código QR no es más que una versión bidimensional del unidimensional código de barras de toda la vida. Su tamaño puede ser de tan solo 2x2 cm.
Y las dos dimensiones permiten que quepa mucha más información. ¿Cuánta? Pues en texto, hasta 4296 caracteres. Ya da para contar algo, ¿no?
¿Y cómo se lee?
Pues con un lector de códigos bidimensionales, que dada la proliferación de móviles con cámara que existe en este momento consiste básicamente en un programita que interpreta al instante la imagen de la cámara del móvil y muestra su contenido.
Yo uso el de i-nigma que os podéis descargar y usar gratuitamente visitando desde vuestro móvil http://www.i-nigma.mobi/
Este tipo de códigos se ha hecho especialmente popular en Japón, y ya hay empresas que los crean con aspectos artísticos o motivos llamativos embebidos en el código.
¿Qué se os ocurre poner en un código QR? Lo que queráis.
Por ejemplo, la dirección de una página web.
O la dirección del concesionario de coches de una determinada marca.
O datos de contacto.
O...
Si por ejemplo ponemos un cógido QR en una escultura, nos podría dar información del autor, fecha, materiales y demás detalles de interés.
Si lo ponemos en el escaparate de una tienda o restaurante nos puede llevar a su página web o a la de una guía en la que se recomienda el establecimiento.
Si lo ponemos en una tarjeta de visita con todos nuestros datos, el receptor la puede incorporar a sus contactos mucho más fácilmente y sin errores.
Si lo imprimimos en una camiseta puede tener nuestro número de móvil o página de Facebook y una frase ingeniosa para llamar la atención de esa chica que te mira desde el otro lado de la barra del bar.
Si lo ponemos en un periódico junto con nuestro anuncio con un enlace que apunte a nuestro servidor, podemos hacer un seguimiento directo del impacto de nuestra campaña.
Si lo ponemos en la marquesina de una parada de autobús nos pude decir dónde estamos, la línea de autobús que pasa por ahí y sus horarios. Yendo un poco más allá, podría tener un enlace que nos llevase a una página que nos indicase la hora estimada de paso del siguiente autobús.
Bueno, pues en Pamplona, ciudad moderna donde las haya (ejem), he visto uno de estos códigos precisamente en una marquesina.
Así que he cogido mi lector de códigos QR, bidi y otros tipos varios que pugnan por convertirse en el estándar de facto, y me ha dicho:
c/ Juan de Tarazona, 299
11 Ezkaba - Edificio El Sario
(Extension Parque Comercial Galaria)
No está mal para empezar, creo yo. Pero espero que no se quede ahí el tema y que dentro de un tiempo los actualicen con enlaces para saber el tiempo de espera hasta el próximo autobús.
Yo os dejo aquí un código de ejemplo, para que podáis llevar siempre a mano un acceso directo a esta entrada.
Y para terminar, una última idea. Olvidaos de los sosos tatuajes tribales, el Amor de Madre, o el nombre de esa que quizás un día deje de despertarse a tu lado. Estamos en el siglo XXI, y lo suyo es llevar algo más acorde con los tiempos que corren:
Pues funciona!!! Ahora sé para qué sirve el lector de código de barras de mi nokia n95...¡y yo escaneando el código de barras del chorizo del eroski!!!!
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