sábado, 23 de mayo de 2009

Prohibido niños en "Karlos Arguiñano"


Un amigo me ha enviado un mail con un enlace a la carta al director de Diario de Noticias firmada por Mª Eugenia Martínez y publicada el pasado día 16.
Podéis leer el texto completo en el enlace de arriba, pero os lo resumo en que una pareja con niño que tenía reserva (por invitación) en el restaurante Karlos Arguiñano de Zarautz, se ve obligada a salir a la calle y terminar de darle de comer allí porque el niño llora y molesta a algún cliente.

Al leerlo, Sandy y yo nos hemos acordado de nuestra única visita a este restaurante, en la primavera de 2007. Nosotros también fuimos con reserva en la que expresamente dijimos que íbamos con dos niños, y especificamos las edades (Nane tenía 3 años y su primo 3 meses). Sin embargo, al llegar allí nos encontramos con malas caras, sobre todo de la señora esposa de Karlos, porque según ella no habíamos dicho nada de niños al hacer la reserva, y las silletas molestaban. La verdad es que nos hizo sentir muy incómodos, observados por el resto de comensales como si estuviéramos haciendo algo malo, simplemente porque no habían tenido en cuenta la información que les dimos acerca de la asistencia de niños.
Al final nos prepararon una mesa diferente de la que nos habían asignado en principio, y tuvimos la suerte de que, como casi siempre, Nane se portó muy bien durante la comida, lo mismo que su primo, y todos disfrutamos la comida enormemente una vez salvado lo violento del primer momento.

Yo comprendo que hay ocasiones en que los niños son molestos (¡qué me van a contar!). Y seguro que quien asiste a un restaurante de alto nivel prefiere no tener que oir el llanto de un bebé o la rabieta de un niño.
Pero los restaurantes, por muy celestiales que sean, no dejan de ser parte del MundoRealTM, y en el mundo real hay niños, que en ocasiones lloran. Igual que hay personas en silla de ruedas que también pueden provocar molestias en un restaurante similares a las de una silleta, o personas con un aspecto que no nos parezca el más atractivo para verlo mientras nos deleitamos con las obras de arte que nos están sirviendo. Pero es lo que hay; nunca se me ocurriría quejarme por la presencia de alguien en bermudas (que creo recordar que sí había una nota al respecto en este restaurante), o alguien en silla de ruedas que me produzca la ligera incomodidad de tener que rodear su mesa para llegar a la mía, o un niño. Solo exigiré por su parte, y en el caso de los niños por la de sus padres, que hagan lo posible por minimizar la posible molestia. Simple civismo. Es lo que yo he hecho en las contadas ocasiones en las que Nane nos ha puesto en situaciones incómodas.

No haré una crítica gastronómica en este momento porque mi memoria no da para recordar los detalles, pero sí puedo decir que todos disfrutamos del menú degustación que nos sirvieron, a pesar de lo heterogéneo de los comensales tanto en edades como en gustos gastronómicos.´

No sé si repetiremos algún día en este restaurante. Ahora, con otro niño pequeño, prefiero ahorrarnos la posibilidad de repetir el mal rato que pasamos hace dos años. En ningún otro restaurante hemos tenido nunca problemas por los niños o las silletas, así que preferiremos cualquiera de ellos.

Para los demás, y si su rechazo a los niños no supone un problema moral, recomiendo visitar este restaurante y degustar el menú degustación. Su precio, 32,64€ (sin bebida) en esta Primavera 2009, lo hace una opción bastante atractiva para disfrutar de la cocina con base claramente tradicional de este mediático cocinero.
Actualización 25/5: Sobre mi relación con los afectados, desconocida a la hora de escribir la entrada, en el tercer comentario.
Fotografía original de Ana Sánchez Cruzat, publicada originalmente en 20minutos, tomada de Wikimedia. Licencia Creative Commons Attribution ShareAlike 2.1

5 comentarios:

  1. A mi hermana le pasó algo parecido, mejor dicho, algo peor, en el restaurante mejicano de Ezquiroz. Fue con una amiga tetrapléjica y les invitaron a dejar el local porque molestaban a los otros clientes.

    Ni mi hermana, ni yo... hemos ido nunca allí... y al mejicano de Itaroa fui una vez porque no sabía que era de los mismos... pero no repetiré ahora que lo sé.

    Para gente así... tolerancia cero.

    Me parece increíble el trato que os profesaron, sobretodo, si lo habíais avisado al hacer la reserva. También, el no haber reparado en esa información, es una muestra de poca profesionalidad por su parte.

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  2. Belagua: lo de tu hermana sí que me parece tremendo. ¿No pidieron una hoja de reclamaciones?
    Aunque no sé cuál es el mexicano de Itaroa... Creo que no me he fijado nunca en que hay uno, y como un día o dos a la semana por allí... No creo que tengan muchos clientes...

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  3. Ayer, hablando con Kampfwagen, que es quien me había enviado esto por mail, supe que lo descrito en la carta al director de Diario de Noticias le sucedió a un común amigo. No había reconocido a su mujer, Mayu, en el nombre de MªEugenia.
    Por si alguien cree que ese hecho podría haberme afectado a la hora de escribir la entrada, quiero dejar clara esa relación, si bien a la hora de escribirla, como ya he dicho, no me había dado cuenta de que estaba escribiendo sobre estos amigos.

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  4. Pues me parece estupendo que prohiban los niños donde Arguiñano.

    Si quiero comer rodeado de tanta molestia ya se que tengo que ir a un McDonalds o al BurgerKing.

    No voy a pagar un cubierto para que me lo joda "la familia conejito" de la mesa de al lado.

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  5. Pues a mí no. Ya que estamos, podemos prohibir la entrada a calvos, especialmente a los que se rapan como si fuesen expresidiarios. Para ver alopecias disfrazadas de modernez, ya sé que debo irme a Alcalá-Meco.

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