jueves, 13 de noviembre de 2008

Cartas desde el exilio: Murphy al acecho

Ayer os contaba que ibamos a ir a cenar a un mexicano.
Pues no pudo ser. Todo se complicó, y un servidor a punto de jubilarse, viéndose venir el tema decidió dejarnos colgados la víspera de su retirada. "Si hay que morir, se muere, pero moriré matando", parece habernos querido decir.

Se trata de unos "cacharros" que llevan en la empresa bastante más tiempo que yo. Antes teníamos uno en cada delegación de servicio técnico, y por las noches hacían unas conexiones por modem para replicar los datos necesarios.

Ya hace tiempo, con el abaratamiento de las comunicaciones, interconectamos todas esas ubicaciones y elminamos los modems. Y todavía más recientemente, cuando ya empezábamos a tener serios problemas con las averías por la falta de repuestos y los exorbitantes precios tanto de las piezas como de las intervenciones del servicio técnico, los juntamos todos en el centro de datos, juntando varias delegaciones en cada máquina, y usando los restos a modo de repuesto.

Pero por fin, tras varias veces que parecía que ya sí, pero al final no, este año tocaba proyecto para sustituirlos por una aplicación en condiciones.

Ya se han quitado casi todos y a éste le tocaba mañana, pero hoy ha dicho que ya vale, y ha cascado una tabla de la base de datos. La recuperación ha dado algunos problemas, y ha habido que recuperar de un día antes y luego reaplicar logs… Vaya, divertido para el compañero que ha tenido que hacerlo.

En fin, que nunca se debe subestimar la capacidad de Murphy para aperecer hasta el último momento. Ahora que estábamos confiados porque en el peor de los casos teníamos varios servidores que canibalizar en caso de avería. Como dice el refrán, "hasta el rabo, todo es toro".

Total que se ha hecho demasiado tarde para ir hasta el centro al mexicano donde estaría terminando ya de cenar la cuadrilla de chiste.

Y nos hemos quedado en un chino cerca del trabajo y del hotel. Casi nos miraban mal cuando hemos entrado al filo de las 10 de la noche. En un país donde las 8 ya casi es tarde, intentar cenar más tarde de las 10 es misión imposible (siempre hay sitios, pero la zona en la que estamos tiene poca oferta donde elegir). Más de una vez me he quedado sin cenar por llegar al hotel a las 22:30, por ejemplo. Una de las veces nos tomamos varias cervezas por los cacahuetes que nos ponían para acompañar (y dar más sed).

Al final hemos estado cenando cuatro, descansando las orejas de tanto inglés y alemán. No sé qué hemos comido. Todo estaba en Alemán y no teníamos ganas de pensar, así que nos hemos limitado a pedir un menú de esos estándar para tantas personas y punto.

No ha estado mal. Cocina bastante diferente a los chinos de Pamplona. Los plátanos fritos con miel y bola de helado estaban buenos.

Espero que Murphy haya cubiero su cupo del mes, y tengamos paz el resto de mi estancia aquí.

Hasta mañana...

No hay comentarios:

Publicar un comentario